El gesto respiratorio no sólo se utiliza para captar oxígeno y eliminar anhídrido carbónico, también es utilizado para acompañar el impulso de un movimiento, para modificar las emociones, para modificar el tono corporal, para sostener la voz, para movilizar las vísceras, etc. (Calais, 2006).
A través de ejercicios respiratorios se toma conciencia de este proceso, se mejora y se amplía la capacidad respiratoria y la ventilación pulmonar, se trabaja el control de la misma durante el movimiento e incluso se mejoran algunas anomalías respiratorias (Schinca, 1988).
Pero lo que tiene un interés extraordinario es la relación existente entre la respiración y el estado emocional: si la respiración se modifica con las emociones, también es posible el fenómeno inverso, esto es, la modificación del estado emocional a partir del control de la respiración. Un control adecuado de nuestra respiración es una de las estrategias más sencillas para hacer frente a las situaciones de estrés y para manejar los aumentos en la activación fisiológica provocados por éstas (Mars y Madrid, 2001).
En la opinión de Lilian Tapia, prestigiada maestra de Danza, coreógrafa y actriz residente en Los Angeles, CA comenta que la respiración " Es muy importante. Si no se respira debidamente, no rindes, te cansas rápidamente, respirar en el momento indicado tambien es crucial. La respiración en la danza es un movimiento más del alma".
Y efectivamente, pasa muy seguido cuando un bailarín está realizando alguna variación o alguna secuencia coreográfica. Llega un momento cúspide en el que las piernas pueden o no responder, una cierta fatiga inclusive y donde los músculos resienten el esfuerzo. No es más que eso. Respirar y exhalar correctamente. Darle aire a la combinación, a los músculos. Hacer un suspiro y que además no se note, y que sea con naturalidad y acorde a lo que se está haciendo. No se puede respirar en contra de lo que el movimiento nos está pidiendo. Es como ´respirar musicalmente´ y en coordinación con cada paso ya dentro de una coreografía.
Y efectivamente, pasa muy seguido cuando un bailarín está realizando alguna variación o alguna secuencia coreográfica. Llega un momento cúspide en el que las piernas pueden o no responder, una cierta fatiga inclusive y donde los músculos resienten el esfuerzo. No es más que eso. Respirar y exhalar correctamente. Darle aire a la combinación, a los músculos. Hacer un suspiro y que además no se note, y que sea con naturalidad y acorde a lo que se está haciendo. No se puede respirar en contra de lo que el movimiento nos está pidiendo. Es como ´respirar musicalmente´ y en coordinación con cada paso ya dentro de una coreografía.
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